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Una falla clave en el sistema penal: nadie quiere ser testigo
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Una falla clave en el sistema penal: nadie quiere ser testigo
Las declaraciones testimoniales son fundamentales para esclarecer asaltos violentos, violaciones o asesinatos, pero cada vez es más difícil conseguir que la gente acepte involucrarse contando qué vio.
El hombre habla relajado ante la cámara. Cuenta con detalle cómo fue el choque, sin percibir que a sus espaldas un policía escucha lo que dice y va hacia él.
“¿Usted fue testigo?” , le pregunta el agente.
“No, no” , contesta el hombre con cara de enojado, frente a la misma cámara que apenas segundos antes grababa su testimonio con todo lo que había visto.
La escena es uno de los bloopers más recordados del canal Crónica TV, que suele recopilarlos cada fin de año. Es gracioso, pero también grafica un problema serio y profundo: la reticencia de la gente a ser testigo . Y algo más, el hecho de que esa reticencia muchas veces tiene un motivo legítimo .
Desde el miedo a represalias por parte de los acusados hasta el simple hecho de caer en el mecanismo burocrático de la Justicia están haciendo tambalear lo que siempre se consideró un pilar dentro de las investigaciones penales: las declaraciones testimoniales, claves para esclarecer asaltos violentos, violaciones o asesinatos . Ante esta crisis, las estrellas han pasado a ser las pericias, principalmente las de ADN. Aunque éstas no siempre alcanzan por sí solas.
“Es un verdadero problema hacer comparecer a los testigos en los juicios. La mayoría no quiere venir , porque tiene miedo de exponerse y después sufrir algún tipo de represalias de cómplices que no fueron detenidos, o de los familiares de ellos”, admite a Clarín Franco Fiumara (48), integrante del Tribunal Oral 4 de La Matanza, con 28 años de experiencia en la Justicia. “Cuando no vienen, se pide el uso de la fuerza pública para que los busquen y los traigan. Para eso se usan un montón de policías y móviles que salen de las comisarías, en detrimento de la seguridad urbana. Pero sin los testigos se caen muchos juicios ”.
En la Provincia de Buenos Aires existe además una circunstancia particular: el uso, a veces exagerado, de los testigos de identidad reservada. “Estos testimonios sirven para comenzar a investigar una pista, pero en muchos casos resultan pan para hoy y hambre para mañana . Porque si el caso llega a juicio oral deben dar la cara, cosa que no estaba en sus planes”, explica Andrés Devoto (43), un fiscal de Lomas de Zamora con 24 años de experiencia en los tribunales.
Estos testigos son especialmente complicados: por una reforma en la ley, no se los puede obligar a dar su testimonio en juicio oral, y experiencias como las del caso Candela dejaron al descubierto que no en pocas oportunidades la reserva de identidad esconde el nombre de algún “buchón” policial.
No todo es culpa de la gente. Los funcionarios consultados admiten que el sistema al que entran los testigos es muy hostil . “Acá la sala de reconocimientos queda en un subsuelo oscuro, se entra por un pasillo de la alcaidía lleno de rejas y detenidos. Uno va caminando al lado de la persona que tiene que atestiguar y ve cómo le va cambiando la cara ”, cuenta Devoto. “A los testigos te los tenés que llevar puestos en el momento, porque es imposible buscarlos después . Nos guste o no, lo de la ‘carga pública’ no funciona”, remata el fiscal.
Dependiendo de la complejidad de la causa, una persona puede declarar muchas veces en un mismo proceso. “Suele ocurrir que primero declare en comisaría, después en fiscalía, tal vez también la llamen del juzgado y un par de años después debe ir al juicio oral. Estas citaciones se suelen hacer de manera inconsulta, lo que afecta la vida cotidiana del testigo ”, explica el fiscal José María Campagnoli (51 años, 33 en la Justicia nacional). Además de comandar la fiscalía de Saavedra, Campagnoli está a cargo de la Unidad Fiscal de Investigaciones de delitos con autor desconocido.
“La cantidad y calidad de los testigos depende del buen o mal trabajo que haga la Policía. Lamentablemente, a veces el fiscal se encuentra con que la Policía había tenido a su disposición gente que había visto u oído algo importante pero no los hicieron figurar en el sumario . Esto puede ocurrir por negligencia, pocas ganas de trabajar o hasta complicidad con los delincuentes”, cree Campagnoli.
Para el fiscal, “de hecho, encontrar los testigos a tiempo depende en gran medida de que se pueda llegar a un sospechoso, cosa que actualmente ocurre en apenas el 28% de los casos. Sólo en el fuero penal ordinario de Capital, entre marzo de 2011 y marzo de 2012 hubo 168.535 causas con autor desconocido (el 72% restante)”.
Como integrante del Tribunal Oral en lo Criminal 20 de Capital, Luis Niño (43 años en la Justicia) se enfrenta diariamente a las paradojas del sistema. También percibe “ un desinterés global de la ciudadanía respecto de la carga pública de oficiar como testigo”, y aporta otro dato sobre la complejidad del tema: “ Existe una visión altamente crítica de la gente respecto del funcionamiento de la justicia, pero desde hace 20 años los juicios orales son de acceso público y nadie comparece a presenciarlos siquiera”.
http://www.clarin.com/policiales/Delitos-Justicia_0_796720379.html
El hombre habla relajado ante la cámara. Cuenta con detalle cómo fue el choque, sin percibir que a sus espaldas un policía escucha lo que dice y va hacia él.
“¿Usted fue testigo?” , le pregunta el agente.
“No, no” , contesta el hombre con cara de enojado, frente a la misma cámara que apenas segundos antes grababa su testimonio con todo lo que había visto.
La escena es uno de los bloopers más recordados del canal Crónica TV, que suele recopilarlos cada fin de año. Es gracioso, pero también grafica un problema serio y profundo: la reticencia de la gente a ser testigo . Y algo más, el hecho de que esa reticencia muchas veces tiene un motivo legítimo .
Desde el miedo a represalias por parte de los acusados hasta el simple hecho de caer en el mecanismo burocrático de la Justicia están haciendo tambalear lo que siempre se consideró un pilar dentro de las investigaciones penales: las declaraciones testimoniales, claves para esclarecer asaltos violentos, violaciones o asesinatos . Ante esta crisis, las estrellas han pasado a ser las pericias, principalmente las de ADN. Aunque éstas no siempre alcanzan por sí solas.
“Es un verdadero problema hacer comparecer a los testigos en los juicios. La mayoría no quiere venir , porque tiene miedo de exponerse y después sufrir algún tipo de represalias de cómplices que no fueron detenidos, o de los familiares de ellos”, admite a Clarín Franco Fiumara (48), integrante del Tribunal Oral 4 de La Matanza, con 28 años de experiencia en la Justicia. “Cuando no vienen, se pide el uso de la fuerza pública para que los busquen y los traigan. Para eso se usan un montón de policías y móviles que salen de las comisarías, en detrimento de la seguridad urbana. Pero sin los testigos se caen muchos juicios ”.
En la Provincia de Buenos Aires existe además una circunstancia particular: el uso, a veces exagerado, de los testigos de identidad reservada. “Estos testimonios sirven para comenzar a investigar una pista, pero en muchos casos resultan pan para hoy y hambre para mañana . Porque si el caso llega a juicio oral deben dar la cara, cosa que no estaba en sus planes”, explica Andrés Devoto (43), un fiscal de Lomas de Zamora con 24 años de experiencia en los tribunales.
Estos testigos son especialmente complicados: por una reforma en la ley, no se los puede obligar a dar su testimonio en juicio oral, y experiencias como las del caso Candela dejaron al descubierto que no en pocas oportunidades la reserva de identidad esconde el nombre de algún “buchón” policial.
No todo es culpa de la gente. Los funcionarios consultados admiten que el sistema al que entran los testigos es muy hostil . “Acá la sala de reconocimientos queda en un subsuelo oscuro, se entra por un pasillo de la alcaidía lleno de rejas y detenidos. Uno va caminando al lado de la persona que tiene que atestiguar y ve cómo le va cambiando la cara ”, cuenta Devoto. “A los testigos te los tenés que llevar puestos en el momento, porque es imposible buscarlos después . Nos guste o no, lo de la ‘carga pública’ no funciona”, remata el fiscal.
Dependiendo de la complejidad de la causa, una persona puede declarar muchas veces en un mismo proceso. “Suele ocurrir que primero declare en comisaría, después en fiscalía, tal vez también la llamen del juzgado y un par de años después debe ir al juicio oral. Estas citaciones se suelen hacer de manera inconsulta, lo que afecta la vida cotidiana del testigo ”, explica el fiscal José María Campagnoli (51 años, 33 en la Justicia nacional). Además de comandar la fiscalía de Saavedra, Campagnoli está a cargo de la Unidad Fiscal de Investigaciones de delitos con autor desconocido.
“La cantidad y calidad de los testigos depende del buen o mal trabajo que haga la Policía. Lamentablemente, a veces el fiscal se encuentra con que la Policía había tenido a su disposición gente que había visto u oído algo importante pero no los hicieron figurar en el sumario . Esto puede ocurrir por negligencia, pocas ganas de trabajar o hasta complicidad con los delincuentes”, cree Campagnoli.
Para el fiscal, “de hecho, encontrar los testigos a tiempo depende en gran medida de que se pueda llegar a un sospechoso, cosa que actualmente ocurre en apenas el 28% de los casos. Sólo en el fuero penal ordinario de Capital, entre marzo de 2011 y marzo de 2012 hubo 168.535 causas con autor desconocido (el 72% restante)”.
Como integrante del Tribunal Oral en lo Criminal 20 de Capital, Luis Niño (43 años en la Justicia) se enfrenta diariamente a las paradojas del sistema. También percibe “ un desinterés global de la ciudadanía respecto de la carga pública de oficiar como testigo”, y aporta otro dato sobre la complejidad del tema: “ Existe una visión altamente crítica de la gente respecto del funcionamiento de la justicia, pero desde hace 20 años los juicios orales son de acceso público y nadie comparece a presenciarlos siquiera”.
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